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Los últimos meses han estado marcados por la ola de despidos sin precedentes y descalabro de las cotizaciones bursátiles en las grandes empresas tecnológicas. Meta ocupó todas las portadas al tomar la iniciativa y anunciar por sorpresa, en noviembre de 2022, una reducción de plantilla de 11.000 empleados (un 13% del total), número que rápidamente quedó corto y tuvo que ser ampliado hasta 21.000 despidos en marzo de 2023 (El País). La empresa de Zuckerberg no convenció al conjunto de los inversores con su visión del “Metaverso” y perdió en 2022 dos tercios de su valoración bursátil (El País). En abril de 2023, Twitter ya había despedido a la friolera de más del 80% de sus empleados, pasando de 8.000 en noviembre de 2022 a 1.500 en abril de 2023 (CNN). Tampoco Google y Microsoft son excepción y se deshicieron en enero de 2023 de 12.000 (La Vanguardia) y 10.000 empleados (CNBC) respectivamente. Por último, Amazon anunció en enero de 2023 la reducción de 18.000 trabajadores que en marzo se ampliaron en 9.000 más (El Periódico) y congeló las nuevas contrataciones. No se recuerda una crisis de tal magnitud en el sector tecnológico desde los años 2000 con el pinchazo de la burbuja “puntocom”.

A pesar de estas inevitables reestructuraciones, con incalculables daños tanto directos como colaterales, estas últimas semanas se han publicado noticias excepcionales que merecen ser compartidas, marcan un cambio de tendencia y nos invitan al optimismo.

En primer lugar, la rebautizada “X” de Elon Musk ha anunciado ambiciosos planes de crecimiento para convertirse en una “SuperApp” como “We Chat” y ha reanudado las contrataciones de personal (Business Insider). Siguiendo los pasos de ésta, gracias a la nueva versión de pago de la verificación en Instagram y Facebook a la que se suscribirán 12 millones de usuarios, Meta prevé un aumento en los beneficios de 1.700 millones de dólares anuales (Business Insider). Unos ingresos adicionales nada desdeñables que compensan el decreciente negocio publicitario a nivel global. En parte gracias a esta buena decisión estratégica, desde que alcanzó su mínimo de cotización en noviembre de 2022, la valoración ya se ha triplicado hasta los 300 USD por acción en la actualidad, rozando su máximo histórico alcanzado a mediados de 2021.

Alphabet, la empresa matriz de Google, anunció a finales de julio unos ingresos sorprendentes de 74.604 millones de dólares gracias a la fuerza de sus servicios en la nube, un 7% más en términos interanuales, disparándose un 6% en bolsa en un solo día (Cinco Días). En la misma línea, Microsoft ha anunciado a finales de julio que cerró el último trimestre con un beneficio neto de 20.100 millones de dólares, un extraordinario crecimiento del 20% en la comparativa interanual (Bolsamanía).

Asimismo, los resultados del segundo trimestre de 2023 de Amazon comunicados a principios de agosto baten ampliamente las expectativas, disparándose su cotización en bolsa en un 8% en un solo día. El beneficio neto logrado de 6.750 millones de dólares de abril a junio contrasta con los 2.030 millones de pérdidas reportadas en el mismo periodo del año anterior (FINECT). Esto se debe a una marcada recuperación del comercio online que vuelve a los números verdes con un +11%, un aumento de los servicios de suscripción prime del 14,8% y la solvencia de los servicios de Cloud Amazon Web Services con un crecimiento sólido del 12% (Bankinder).

La rapidez con la que se ha reconducido la situación crítica en la que se encontraba el sector “big tech”, nos enseña que la prudencia empresarial, la reducción de los costes y un mayor foco en servicios “core” han sido claves para volver a los números verdes y recuperar la confianza de los inversores. Hay que ser prudentes y esperar a ver la evolución que tendrán estas empresas durante el último trimestre del año, que siempre es clave. Aquí, la moderación de la inflación y los costes energéticos, la estabilización de las principales constantes macroeconómicas y la vuelta al consumo de los hogares serán los principales factores decisivos. Un debate inevitable es preguntarse si a largo plazo estos drásticos ajustes en unas empresas tecnológicas que fueron las grandes beneficiadas de la crisis del COVID-19 y las restricciones relacionadas con el confinamiento, eran verdaderamente imprescindibles o se han tomado para contentar a los inversores e incrementar los márgenes empresariales a cualquier coste. Especialmente, si tenemos en cuenta el daño que estos ajustes han tenido en los propios afectados y las respectivas culturas corporativas tan características en su conjunto. Unas medidas impopulares que tienen potencial de agravar la ya existente “guerra de talento” por los perfiles STEM y la alta rotación de personal cruzada entre estas mismas empresas con la vuelta en las contrataciones hacia otras empresas y sectores que han mostrado un mayor compromiso con sus trabajadores en la última crisis.

Para terminar, citando al fundador de Amazon Jeff Bezos:

“Amazon is not too big to fail … If we start to focus on ourselves, instead of focusing on our customers, that will be the beginning of the end … We have to try and delay that day for as long as possible.”

A pesar de los mencionados brotes verdes dibujen un nuevo escenario que nos invita a pensar que lo peor ya ha pasado, ninguno de estos gigantes tecnológicos tiene garantizada su permanencia en el tiempo. Lo que determinará su futuro es su capacidad de centrarse en aportar valor a los clientes mediante la innovación, competitividad en los precios y escucha activa a los mismos.

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Por Joaquim Candel

Brand Manager Prime Video | Abogado | Profesor Universitario