Por Joaquim Candel
Este agosto, la cantante internacional Adele, cuyo álbum «21», lanzado en 2011, es el más vendido del siglo XXI con 31 millones de copias físicas, ofreció una serie de 10 conciertos en Múnich en su «Adele World» personalizado, para 800,000 fans. El evento incluyó la pantalla LED más grande del mundo con 4160 m² (Récord Mundial Guinness), una pasarela de 93 metros de largo y un escenario de 4000 m², sobre 75,000 m² de asfalto para toda el área recreativa «Adele World», diseñada por la propia artista.
Adele llevó el merchandising a otro nivel con su propia tienda mostrando sus vestidos más exclusivos, un escenario secundario con una banda homenajeando a las «Spice Girls», el famoso karaoke, una recreación del pub donde firmó su primer contrato, una noria gigante y un tradicional Biergarten bavarés, entre otras actividades.
Adele ha reimaginado la industria del entretenimiento en vivo, donde actualmente predominan las largas giras globales de estadios. En lugar de viajar a múltiples ciudades durante un año, con los consiguientes costes de transporte e inversión de tiempo, concentra todos los conciertos en un solo estadio pop-up adaptado a sus necesidades. Los datos económicos son increíbles: según la emisora pública bávara, los costes suman 700 millones de euros, con Adele ganando 2 millones de euros por cada uno de sus diez espectáculos. En general, el impacto económico esperado en la ciudad de Múnich asciende a 500 millones de euros, impulsado principalmente por turistas que viajan desde todo el mundo. El evento contribuye a que junto con la UEFA EURO 2024, que tuvo lugar en junio y julio, y ahora con la primera residencia de este calibre, la ciudad se posiciona estratégicamente como un destino referente para el entretenimiento en vivo.
Como oportunidades, se debe poner un mayor énfasis en la experiencia VIP de los participantes y la gestión de colas para mejorar la satisfacción del cliente. También se observan mejoras en garantizar la sostenibilidad del evento y plantearse usos para la infraestructura una vez finalizados los conciertos. Además, la estrategia de precios exorbitantes ha demostrado ser contraproducente, teniendo que “regalar” semanalmente 8,000 entradas a 35 euros (las mismas entradas de pie se vendían por 420 euros). Por último, el impredecible clima de Múnich tampoco ayuda en eventos al aire libre.
Globalmente, la valoración de este experimento sigue siendo positiva y rentable. Se prevé que otras grandes artistas internacionales se sumen a esta nueva tendencia en futuros tours. Aquí ciudades españolas como Barcelona, Madrid, Málaga o Valencia, con amplia tradición de festivales, conexiones aéreas y destinos turísticos consolidados suenan como alternativas más que sólidas.